28/8/13

Con tu permiso ... (Creo que el Sol ha salido)



Con permiso de tus sentidos,
abrazo la luz candente
alojada en la frontera
del precipicio de tus pestañas.
Me forjo en cálido aliento ...
Me fraguo con la compañía
de la mano que retira la escarcha,
que alimenta mi desidia,
si he de levantarme de la cama.
La sabana es la reja
a la que bestialmente me aferro
y siento que el grillete son tus brazos , 
se sueldan a mi sistema
dándome a elegir
entre mañana y bruma , 
entre quietud y suma
de temprana responsabilidad
y diarios mandamientos.
Con permiso de tu tacto
busco una salida, una puerta.
He de liberarme del impacto
que trae este despertar
y la rabieta ...
... de no tenerte al lado.

D.Brun

6/8/13

te daría la dirección... Pero Hiroshima no es un lugar, es un estado de animo





Y apareció un gran sol. Un inmenso astro con una deslumbrante y continua efervescencia. Propagó todo su ser en una terrible expansión que no tardó en adueñarse del mundo… De mi tierra, que ennegrecía con el tacto. De mi piel, que se volvía una tela arrugada y ardiente. De mis pensamientos, que dejaban de ser claros y lucidos, y comenzaban a tornar en plurales y en varias voces. De mis ojos, que solo veían cabellos dorados de las Furias acariciando sueños, que poco a poco, perdían color.

Y las voces roncas quedaban mudas…

Y los sentidos se veían ridículos ante el espectáculo…

Y el arrepentimiento era un torpe niño llorando por no haber corrido a abrazar la explosión. Por no haber buscado el foco del impacto… aquel que le hubiera hecho transformarse en estatua de sal.

Y ahora te ríes porque una tragedia acompaña la sangre de mil batallas… y tras las batallas una conquista.
Pero esta ligera ecuación se disipa cuando te preguntas:
“¿Y tras la conquista que queda?”

A mí personalmente me quedaron odas y rastrojos que vendí a las musas…
Quedaron sombras quemadas, impresas, en paredes desvencijadas de una memoria que adiestro como un Perro Rojo, para que busque entre los restos…

Y después de un rostro… hay otro rostro… y frente a ellos… el rostro de la vergüenza el descaro.
Vi esa luz y fue como si algo quedara para siempre en mi piel. Como si los estigmas desligaran de mí lo humano y lo respetable. Como si entre quemaduras arcanas hubiera encontrado mi epígrafe y quien comparte mi torpe abrazo fuera capaz de traducir la desilusión y el rencor del que tanto dependo.

No hay mayor gloria que haber sobrevivido a ruinas y mascaras de la perfección.

No hay mayor maldición que ser compañero de asrais*… y ser comparado con fuegos extinguidos.

Y mi regalo es la indiferencia, y la larga distancia, ante tu nueva explosión que dejara nuevas víctimas. Pues no hay mayor satisfacción que ver que una tragedia te vuelve importante… vuelves a creerte parte del cosmos. Vuelves a ser el astro que quema una piel… que fustiga inocencia…
Vuelves a ser alma caprichosa…

Y después de un alma… hay otra alma… y frente a ellas…
… La destrucción y tu presencia, Reina.


D.Brun


*En el folklore ingles las asrais son un tipo de hadas acuáticas que se derriten si se las atrapa y se las expone al sol.